Aprovechar tus vacaciones de primavera para ir a Europa es una gran idea. El continente despierta con una naturaleza floreciente, temperaturas suaves y menos gente que en verano. Además de las ciudades conocidas como Roma, Viena o Barcelona, Europa tiene algunas joyas ocultas que también son perfectas para un viaje de primavera. No importa si eres [...]
Aprovechar tus vacaciones de primavera para ir a Europa es una gran idea. El continente despierta con una naturaleza floreciente, temperaturas suaves y menos gente que en verano. Además de las ciudades conocidas como Roma, Viena o Barcelona, Europa tiene algunas joyas ocultas que también son perfectas para un viaje de primavera.
No importa si eres más de verano o de invierno. La primavera europea ofrece del frío al calor, de la nieve al sol, todo lo que buscas.
En cuanto al tiempo, Gdansk está probablemente en su momento más variado en primavera. En marzo las temperaturas aún pueden estar al punto de congelación, incluso la nieve es una posibilidad. Mientras que en mayo el sol se abre paso, los días se hacen más largos y comienza la floración primaveral. Así que un viaje primaveral a la costa polaca es más bien algo para personas que no soportan el calor y se sienten más cómodas con temperaturas ligeramente más bajas.
Liubliana es quizá una de las capitales menos conocidas de Europa. Aunque Eslovenia se está convirtiendo en un destino más popular en los últimos años, durante la primavera sigue sin estar abarrotada. La ciudad en sí es pequeña. Las estrechas calles del casco antiguo pueden llenarse bastante en verano. Pero en primavera, en los restaurantes y cafés alineados junto al río Ljubljanica siempre hay una mesa libre para sentarse y dejarse sorprender por las casas antiguas y la floreciente primavera que te rodea.
Alsacia es más conocida como destino invernal y navideño, pero también alberga la ruta del vino más antigua de Francia. Y esto es especialmente agradable para ir allí en un viaje de primavera. Las pequeñas ciudades medievales están rodeadas de viñedos y ruinas de antiguos castillos. Los pueblos más famosos, como Colmar, Riquewihr o Eguisheim, no tienen nada que envidiar en encanto. Por supuesto, una cata de vinos es imprescindible durante una visita primaveral a Alsacia. Todas las bodegas de la región son adecuadas para ello. Sin embargo, las bodegas familiares más pequeñas son especialmente encantadoras.
Palermo, la capital de la mayor isla italiana, está a unos 1849 km al sur de Gdansk. Lo que se traduce en temperaturas más cálidas, es el lugar perfecto si te apetece un poco de vitamina D tras los oscuros meses de invierno. La media es de unos 20-25 grados Celsius (68-77 grados Fahrenheit). Una temperatura perfecta para explorar la isla o darte el primer chapuzón del año en las playas de Mondello.
Los puntos arquitectónicos más destacados son la Capilla Palatina y la Catedral de Monreale, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ambas muestran una mezcla de influencias normandas, bizantinas y árabes, y ambas se construyeron en el siglo XII. Como en el resto de Europa, también los jardines de Palermo empiezan a florecer y dan a la ciudad italiana un toque de color.